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domingo, 21 de marzo de 2010

Migración en Peñas Blancas: afrenta y vergüenza, desorden, desidia y corrupción


El otro lado de la moneda, el ingreso a Nicaragua.
Este problema de Peñas Blancas a sido así toda la Santa vida, es por eso
que a veces nos siguen llamando republiqueta bananera....


Migración en Peñas Blancas: afrenta y vergüenza

Padecimos, durante 5 horas, el desorden, la desidia y la corrupción en Peñas Blancas

Alicia Gurdián/Eugenia Solís 10:56 a.m. 17/03/2010
Recientemente decidimos visitar la isla de Ometepe en Nicaragua, con la finalidad de subir al volcán Maderas y, tal vez, al volcán Concepción. Nos aprestamos a hacer reservaciones, comprar nuestros tiquetes en Tica Bus y empacar nuestro equipaje y atuendos para el viaje.
Nuestras expectativas eran altas, el desafío también y nos producía cierto temor: ¿seríamos o no capaces de lograrlo?
En fin, la decisión ya estaba tomada, así que iniciamos nuestra aventura con la ilusión y voluntad de afrontar cualquier problema que surgiera.
Todo lo habíamos previsto, menos una cosa aparentemente simple: salir de Costa Rica, después de hacer los respectivos trámites en el puesto de Peñas Blancas. Ahí se inició la primera estación de nuestro calvario, cuyas dificultades fueron superadas después de dos horas de paciente espera bajo el inclemente sol de esa región.
Algunos paliativos para aguantar la prueba, o mejor dicho, el suplicio, fueron el reto de vencer el volcán y la confianza en la eficiencia de los servicios del lado nicaraguense de la frontera.
Una vez superado este primer tropiezo la aventura en Nicaragua fue exitosa, tanto, que no solo escalamos el volcán Maderas, sino también el Concepción.
Visitamos otros lugares y cargamos nuestra mochila con gratas experiencias y el buen recuerdo de nuevas amistades nicaraguenses y de otros países' también de las ganas de regresar.
Segundo calvario. Al regreso de Ometepe nos hospedamos en Rivas y esperamos nuestro autobús sin saber que se avecinaba la segunda estación del calvario, y que sería mucho peor que la primera. La salida de Nicaragua fue rápida, no más de 45 minutos y entonces' llegamos al territorio de los gavilanes de Peñas Blancas.
Hicimos fila durante cinco horas (sí, cinco horas), la fila no avanzaba y mientras tanto, nos cocinábamos por igual costarricenses, nicaraguenses, salvadoreños, holandeses, estadounidenses, ingleses, canadienses' toda una comunidad internacional en el mismo caldo del cansancio, el disgusto y la humillación.
Enfrentamos, o mejor dicho, padecimos, durante esas cinco horas, el desorden, la desidia, la corrupción, los malos tratos, para cumplir con el trámite de sellar el pasaporte. ¡Una acción que no toma más de medio minuto!
Tuve tiempo de sobra para fijarme en los carteles que por todo lado anunciaban que los trámites eran estrictamente personales. ¿Personales? Pues no. A vista y paciencia del personal de Migración y de la Policía del lugar, eso trámites “estrictamente personales” eran realizados por los gavilanes, los verdaderos dueños de nuestra frontera.
¿Cómo es posible que se tolere su ilegal negocio? ¿Sabían ustedes que cobran ocho dólares para realizar trámites “estrictamente personales”? ¿Cómo es posible que cuando, por fin, quienes no aceptamos los “servicios” de los gavilanes llegamos a las ventanillas donde sellaban el pasaporte para poder entrar a Costa Rica, fuimos maltratados con una afrenta más: el personal de Migración no podía atendernos pues estaba muy ocupado sellando los muchos pasaportes encargados a los diligentes gavilanes.
El señor Mario Zamora declaró el 22 de febrero del año en curso: “La posibilidad de realizar mejoras a la infraestructura de este edificio, aunado a todo el trabajo en mejoras tecnológicas de seguridad y control migratorio que ha realizado el equipo de trabajo de la Dirección, nos permitirá reducir significativamente los tiempos de espera de las personas que transitan por este puesto migratorio”.
Estimado señor, la problemática es más profunda, pues la corrupción y la violación a los derechos humanos cunde en Peñas Blancas. Por eso les hacemos aquí un vehemente llamado, a usted y a la señora Idaney Aragón.
Señor y señora: los trámites migratorios en nuestra frontera no son solo una afrenta a los derechos humanos y una forma de alejar a quienes puedan visitarnos, sino también una verguenza para toda la población costarricense. ¿Sería mucho pedir que trataran de emular el ejemplo que nos brinda el puesto fronterizo de Nicaragua? 


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